miércoles, 28 de noviembre de 2018

EL HOMBRE COMO: PERSONA

EL HOMBRE COMO: PERSONA

Boecio, quien vivió en el siglo vi, definió a la persona como una “sustancia individual de naturaleza racional”. Desde Aristóteles, la sustancia se viene definiendo como algo que es en sí y no en otro, de lo cual inferimos que la persona en tanto sustancia es sustento de sí misma, de todos y de cada uno de sus actos. Como sustancia individual, se admite que la persona no se puede dividir, sino que al ser uno, es indivisible. Como ser racional, la persona es libre y consciente de sus actos.
                                           
Resultado de imagen para persona libre   Para Emmanuel Kant, el concepto de persona aparece fuertemente asociado al de respeto, ya que éste se da en dos sentidos: como respeto a la ley, y como respeto a la persona. En el caso del primero, consiste en una subordinación de la voluntad, la cual tiene conciencia de que debe acatar la ley, mientras que en el segundo caso, respeto significa tener conciencia de que los demás seres humanos son personas y que, por esta razón no debemos emplearlos como medios sino verlos como fines en sí mismos.  De acuerdo con Kant, las personas somos fines en sí mismos, no medios o instrumentos para ningún otro fin, por eso bajo esta concepción ética, no vale el lema: “el fin justifica los medios”.

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Un filósofo más reciente, Emmanuel Mounier, creador de la corriente mejor conocida como Personalismo, define a la persona a partir de cuatro elementos: 
1. Salir de sí: esto es, descentrarse, estar disponible, en una palabra, apertura. 
2. Comprender: esto es, abandonar el propio punto de vista para acoger el del otro. 
3. Asumir: como tomar sobre sí, hacerme cargo.
4. Dar: como expresión de gratuidad y generosidad.
5. Fidelidad: en el amor, en la amistad, como expresión de consecuencia y no de obsecuencia. 

 Bajo este enfoque, la persona se define en función de la posesión o no de ciertas disposiciones cognitivas y afectivas, tales como la tolerancia, empatia, cuidado del otro, generosidad y lealtad. La persona, de ser una sustancia individual, pasa a ser una “sustancia relacional".

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 La persona, desde el personalismo comunitario de Díaz, es sustancia relacional; es realidad en sí, tal realidad en sí es de naturaleza relacional-intercomunicada. La persona es siempre en el marco de unas relaciones posibles entre un yo-y-tú y un tú-y-nosotros.

Sin existir el reconocimiento explícito de la persona como sujeto con potencialidades propias, entendida ésta como realidad de los posible, la propia ética no sería posible, ya que para ello se requiere de un sujeto con posibilidades del ejercicio de la libertad, no de un ser cosificado e instrumentalizado.

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