INDIVIDUALISMO: UNA CARACTERÍSTICA DEL AMOR PROPIO EN LA SOCIEDAD ACTUAL
Ser individualista es, o sinónimo de poco compromiso con
los valores y causas sociales, o bien, su contraparte, compromiso
propio con el desarrollo autónomo de cada persona.
El individualismo parte del supuesto de que no
hay ética si no se respeta la autonomía del individuo, esto es, sin la conciencia
del sujeto moral de su capacidad para crear o aceptar libremente
sus normas de conducta, por lo que no puede ser malo en absoluto pedirle
que se construya en cuanto tal, es decir, que no renuncie a su condición
de ser proyecto creativo.
La ética válida de nuestro tiempo tiene que ser
individualista, a condición de preservar al individuo, dado que esa preservación
es al mismo tiempo un derecho y una exigencia: derecho del
individuo a determinar lo que debe y quiere hacer, y exigencia sobre su
propia responsabilidad ante los demás, considerado él mismo no como un
ente aislado, sino como un ser social. Sólo así, con esta doble exigencia,
será como podremos construir una ética, como sostiene Femando Savater,
sobre la base del “amor propio”.
El proceso de individuación no sólo es un producto social y una
perspectiva sobre la sociedad, sino también una vía de interiorización
y por tanto de riesgo. La ética del amor propio puede servir de suplemento
de alma para esta exploración delicada y necesaria
Se trata de dos concepciones antagónicas: una expresada como
individualismo fuerte y la otra como individualismo débil. La primera de
ellas refiere a que el individuo es capaz de darse a sí mismo sus
propias normas como derecho, pero también se entiende como
exigencia imputable hacia él mismo sobre su necesaria responsabilidad
y compromiso moral que adquiere con respecto a la sociedad,
como resultado del ejercicio de su autonomía moral, por lo que este
planteamiento resulta ser congruente con una ética del amor propio
en sentido fuerte.
La segunda forma de individualismo denominado débil, es la
adoptada por Lipovetsky, es decir, un individualismo que hace del mero
bienestar privado la fuente de la “autonomía individual”.
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